El síndrome metabólico (SM) es un proceso inflamatorio crónico, iniciado por toxinas provenientes de la dieta, que después son generadas por el organismo para evitar el colapso. Es causado por carbohidratos refinados y grasas cocinadas que saturan los receptores linfáticos que conecta intestinos con sistema circulatorio. Estos alimentos se almacenan como grasa abdominal que impide a hígado y páncreas procesar correctamente proteínas, grasas, azúcares y enzimas. Además se liberan al torrente sanguíneo como grasas, ocasionando resistencia a la insulina y depositandose en venas y arterias, siendo el origen de las enfermedades cardiovasculares (Estrada-Lugo y Morales, 2002). Este proceso se acelera al disminuir el metabolismo celular con la edad, aumentando la predisposición a padecer: demencia, cáncer, ovario poliquístico e hígado graso. Las características del SM son: A) Hígado graso y/o resistencia a la insulina (prediabetes): acumulación de grasa abdominal, sueño después de comer, niveles de glucosa variables, cuello o articulaciones oscuras (acantosis pigmentaria). B). Más de 5 kilos de sobrepeso y alteración de la microbiota intestinal, lo que genera problemas digestivos y necesidad de carbohidratos refinados. C) Dislipidemia (aumento del colesterol y triglicéridos), hipertensión y/o diabetes mellitus (exceso de glucosa en sangre), ateroesclerosis (enfermedad cardiovascular).
La prevalencia del SM a nivel mundial, se ubica entre el 15% y el 40%, afecta al 42% de las mujeres y al 64% de los varones y al 50% de los pacientes con alguna otra afección vascular. Su prevalencia es mayor en la población de origen hispano (Pineda, 2008). De 1980 al 2014 se incremento el porcentaje mundial de personas que padecen diabetes del 4.7% al 8.5%, siendo mayor el aumento porcentual en la región mediterránea, sur-este de Asia y America (Figura 1). En un metaanálisis que involucró a res mil pacientes con Covid-19, los pacientes con SM tenían hasta 5 veces más probabilidades de llegar a etapas más críticas de la enfermedad, disminuyendo sus probabilidades de sobrevivir y aumentando el riesgo de secuelas (Costa, et al., 2020).